jueves, 17 de noviembre de 2011

Todavía


Siempre he considerado de cobardes el curarse de alguien...
y ciertamente diría el gran Sabines...

...Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

Y sí, lo he experimentado en carne propia, y me he estado muriendo
el corazón duele por las noches, no entiendo por qué, pero duele, y prefiero no acostarme y no dormir
y sobretodo evitar dormir de lado, del lado izquierdo, porque entonces duele más.

Duermo boca arriba y con la mano me presiono el pecho, a veces es necesario hacerlo con las dos,
en un intento de amordazarlo, de callarlo un poco y que no siga dolido.

Lloro, pocas veces, pero intensamente, lloro desconsolado
y me siento un niño, sólo e indefenso, correría a los brazos de mi mamá pero no está cerca,
me coloco en posición fetal y así me quedo llorando, hasta que caigo rendido y duermo.

"Quiero regresar al vientre materno, ahí donde sólo se sabe de amor eterno e incondicional".

Pedir ayuda, ¡pedir ayuda es de cobardes!
¿ Ayúdame a no amarlo?
¿Ayúdame a olvidarlo?
¿Ayuda-me...?

¿Cómo querer olvidarte?, si eres tanto en mi vida, sí por el hecho de conocerte ya ha valido la pena existir.

Nadie puede ayudarme, nadie conoce el dolor de amar con esta intensidad,
leo, leo mucho y quiero aprender, aprender de los libros donde ya todo se ha escrito, aprender a amar, a amar bien, donde (útopicamente) no existe el dolor, el hecho de amar es una acción pura.

¿Y yo que soy más mundano qué?
¿Dónde están las historias con final feliz para nosotros, los no elevados aún?
Los que se ponen a cantar entre labios una canción no aprendida y se van llorando, llorando la hermosa vida.







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